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Redescubriendo a Vivaldi

"Con la seriedad con la que juega un niño"… y una expresión seguramente parecida, esta música tantos años muda resonó en mi cabeza, de autoría inconfundible.

Y me invadieron unas ganas tremendas de darle vida, de "materializar" esos sonidos que viajarán por el aire, los micros y los bits, hasta todo aquel que lo escuche casi tres siglos después.

Imposible no imaginar a las chicas que lo estrenarían, sus risas sonoras y sus confidencias allá en la Pietá, entre lo más selecto de la nobleza que las admiraba y agasajaba.

Y es que, aunque el término "Virtuoso" deriva del latín, VIR-VIRI, masculino por necesidad, las huérfanas de Vivaldi hicieron honor a la fantasía que nacía a borbotones del compositor veneciano desplegando un violinismo formidable. Tanto, que abrumara al propio Pisendel, llegado desde Alemania y aclamado violinista como pocos, cuya versión del RV202 también hemos querido incluir en este homenaje.

Personalmente, interpretar a Vivaldi -aún más siendo inéditos-, es como es como adentrarse en el laberinto de un canal, repleto de historias, de magia y de conocimiento. Y sentirse constantemente rodeado de un halo…quién sabe….quizá de los que allí estuvieron.

Es entrar en la maravilla de su universo: la exuberancia barroca en versión de derroche veneciano, las multicolores celebraciones del Dux, el profano y carnal carnaval, la inevitable melancolía de la ciudad del agua, el ebrio balanceo, la belleza inenarrable, la experimentación violinística del más difícil todavía.

Y todo ello de la mano de un compositor cuyos restos descansan en algún lugar todavía sin identificar de la Karlsplatz de Viena, ciudad en la que intentaba recobrar la gloria que el pasado le dio y le arrebató.

(Curioso: Durante años frecuenté casi a diario esa zona, muy cerca de mi casa, preguntándome dónde podría dejar una flor.)

Consciente de todo ello, me decidí a trabajar duro y a resucitarlo con la mayor de las ilusiones, del respeto, y de la seguridad en que es música de un valor inconmensurable.

Reivindicar que Stravinsky se equivocó con respecto a Vivaldi o que sus palabras, dichas quizá en un contexto diferente, fueran tomadas demasiado en serio por seguidores ansiosos de aforismos fáciles.

En pleno siglo XXI, Vivaldi aún nos quiere seguir sorprendiendo y regalando. Y emocionando.

No se me ocurre mayor mérito en un ser humano para nuestra admiración, ni mejor mausoleo para nuestra reverencia.

Mi gratitud a todos mis compañeros de viaje.

Sea esta grabación esa flor que no sabía dónde dejar.

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